En agosto de 1934, Hans Scharoun recibió el encargo de construir una casa unifamiliar en Spandau, a las afueras de Berlín, por parte del Dr. Felix Baensch, eminente jurista berlinés. El contacto fue posible gracias a la recomendación de Hermann Mattern, paisajista colaborador de Scharoun, y al que habían encargado previamente el diseño del jardín. La parcela es prácticamente rectangular, con 21 metros de ancho constante y 57 metros de profundidad y con una suave pendiente descendiente. Además, la parcela disfruta de vistas diagonales al lago Haven, que coinciden con la orientación a sur, lo cual propició el enfoque de la vivienda en esa dirección a través de sucesivas terrazas para salvar la diferencia de cota entre los dos extremos de la parcela.
Los cambios de la legislación urbanística bajo el gobierno de mayoría nazi impedian realizar una casa de aspecto moderno sobre la calle Höhenweg, pero Scharoun sortea esas dificultades mediante complejas operaciones proyectuales para desarrollar una vivienda que ganaba complejidad a medida que se iba adentrando en ella. La diferenciación entre la imagen pública, más rígida, tradicional y regular de la esquina noroeste; y la privada, completamente distendida, curva, orientada a las vistas y al sol y sin corsés estéticos impuestos, acabaría por dotar a la casa de su carácter dual, como ya había estado ejercitando en sus dos proyectos anteriores: La casa Gocht, que no se llegó a construir, y la casa Mattern, finalizada justo en el momento en que se comenzaba la Baensch.
Si bien el programa funcional es sencillo, con una Planta Baja con las funciones diurnas (Sala, cocina, comedor y recibidor de acceso), y una planta piso destinada a las habitaciones, baño y balcones exteriores; la disposición de las piezas responde a un orden más complejo. La transformación entre la ortogonalidad de la esquina de acceso y el despiece en forma de abanico del resto de estancias remarca el giro de la casa hacia el sol y las vistas. Desde el espacio del comedor que recibe el sol de la mañana hasta el espacio del estudio, orientado al sol de tarde, pasando por el salón que se despliega mirando hacia el jardín. Este giro es acompañado de un cambio altimétrico en la sección del salón, uniendo su espacio al aterrazamiento exterior y resaltando el sentimiento de la topografía.
En la casa Baensch, Scharoun condensó su teoría proyectual en espacios mínimos. Si en la casa Schminke, (1931-33) Scharoun buscaba un juego de articulaciones de espacios rectangulares a través de direcciones cambiantes, en la casa Baensch todas las estancias responden a esta transición planeada y acaban teniendo geometrías más complejas que en sus obras anteriores. La diagonal presente en muchos de sus proyectos residenciales toma aquí un cariz más sutil y velado al conseguir que todas las estancias y elementos compositivos participen de esta transición. De esta manera, Scharoun está anticipando la radicalidad de sus obras posteriores a la 2ª Guerra Mundial, enraizadas en el territorio y cultura alemanas –las casas nacen de la tierra– y trabajando los espacios desde múltiples puntos de vista, singularizando cada detalle pero sin dejar de verla como un cuerpo unitario.
Oriol Hostench.
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